Gracias Don José

Hace ya más de once años, pero muchos recordamos el pasillo de scouts y el saludo de nuestros chavales uniformados que acompañaban en el camino desde el obispado hasta la Catedral a quien iba a ser ordenado nuestro nuevo obispo. Siempre recibiremos al obispo como el pastor que Dios quiere darnos. Pero entonces aún manteníamos la expectativas de quién sería aquel don José al que recibíamos.

Ha pasado el tiempo y dicen que “de bien nacidos es ser agradecidos”. Hoy nos sentimos profundamente agradecidos, ya conocemos bien a aquel obispo y tenemos muchos motivos concretos para la gratitud, por su persona y su ministerio, tantos que resulta difícil enumerarlos.

Damos gracias a Dios, en primer lugar y sobre todo, porque su única y continua preocupación entre nosotros ha sido la de hacer llegar a todos la alegría del evangelio. Encontrarnos con su ejemplo ha sido su mejor magisterio, y así nos ha ayudado a vivir lo que rezamos en nuestra oración scout, a servir a Jesús, el Señor, como Él merece.

Hemos convivido y compartido muchos momentos. Juntos hemos disfrutado cuando nos ha acompañado en numerosas actividades. Siempre ha estado disponible, para los grandes acontecimientos y para los pequeños encuentros y sólo podemos agradecer ser ese pastor atento a lo que necesitábamos, con paciencia y sin sustos por la realidad de nuestros jóvenes.

Ha sido siempre un obispo cercano a nosotros sin necesidad de demostrar nada. Sin necesidad de fingir conocer nuestro vocabulario, nos comprendió bien y consiguió distinguir bien a nuestros castores y lobatos y conquistándolos cuando los hacía protagonistas de sus homilías. Basta recordar las celebraciones de la Luz de la Paz de Belén, que se ha convertido en momento entrañable para toda la diócesis llenando de vida nuestra Catedral que rebosa de jóvenes y niños cada año, cuando nos recordaba que es el comienzo de la Navidad en Jerez.

En efecto, han sido muchos momentos en nuestra delegación y con la Pastoral Juvenil que no ha dejado de florecer en nuestra diócesis gracias a su empeño. No olvidaremos lo que ha supuesto para nosotros trabajar a su lado en las Jornadas Mundiales de la Juventud y las celebraciones unidas a ellas, en las que siempre contó con nosotros. Tenemos que agradecer que nos haya animado a colaborar en tantos voluntariados y compromisos sociales y sirviendo especialmente a los más pobres y a los jóvenes a los que siempre ha querido dirigir nuestra mirada y nuestros esfuerzos. Prueba de esa preocupación y de su interés por encauzar nuestra respuesta a Dios son las vocaciones que han florecido en el movimiento y que se han plasmado en la ordenación de Jesús, quien hoy es nuestro consiliario y con la entrada de varios hermanos scouts en el seminario diocesano.

Gracias a su preocupación y generosidad pudimos poner en marcha el Rincón Scout “Cura Carlos” en Villaluenga del Rosario, ofreciéndonos un ejemplo de coherencia pues siempre nos ha empujado a la sierra, a la naturaleza, a la casa común y a cuidarla. Del mismo modo, ha sido un puente en nuestra relación con el monasterio de las Hermanas de Belén, invitandonos a compartir con ellas nuestra vida y nuestro servicio, haciéndonos descubrir el valor de la vida contemplativa y lo que aporta a nuestro mundo. También contamos con preciosos recursos como la Casa de Nazaret, que tanto bien está haciendo y que desde el principio hemos sentido como nuestra.

Pero sobre todo, queremos agradecer lo bien que ha comprendido nuestro movimiento, nuestra misión y nuestro modo de ser en la Iglesia. Gracias por haber acompañado y amparado nuestro día a día, nuestras actividades en parroquias, colegios y barrios de toda la diócesis y por mostrar siempre su alegría por nuestra presencia, preocupándose de hacernos crecer continuamente y de que extendiésemos el movimiento a otras parroquias y zonas de la diócesis, animándonos y ayudándonos a buscar los medios para realizar nuestra misión acompañándonos en la búsqueda de lugares de campamentos, y de servicio.

Ha sido un regalo compartir con nuestro obispo los 50 años de la creación de la Delegación Diocesana de MSC en nuestra diócesis y  sentirnos tan acompañados y amparados. Y como para muestra, vale un botón, recordamos especialmente, la primera persona del plural que empleaba en el Congreso sobre escultismo católico que tuvimos en el Campus jerezano de la Universidad de Cádiz, con motivo del 50 aniversario de la Delegación, cuando a todos se nos llenaba el pecho de orgullo al escuchar a nuestro obispo decir: “nosotros, los scouts católicos…”. Gracias por haber sido de los nuestros y por habernos contado entre los suyos. Por habernos mostrado por encima de todo la importancia de la comunión. Nos ha señalado, poniéndose por delante, un camino sin protagonismos ni personalismos, donde lo importante es saber avanzar juntos, proteger al débil y que nadie quede atrás.

Las despedidas son siempre tristes. Los scouts lo sabemos, por eso siempre las cantamos uniendo nuestras manos y decimos: “que un mismo corazón, nos una en apretado lazo que nunca dice adiós”. Ahora que marcha a otra aventura, a una nueva misión que la Iglesia le encomienda, le pedimos que no se olvide de sus scouts y que cuente con nuestra oración y con nuestras manos si en algo podemos servirle. Simplemente: Gracias, gracias, gracias…

Que el Señor le siga bendiciendo. ¡Buena caza y largas lunas!

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